martes, 6 de julio de 2010

ANTE LA IMPOSICIÓN, OTRA IMPOSICIÓN

Para quienes muestran su sorpresa o esbozan la media sonrisita de condescendencia cuando leen mi blog, apunto aquí una web que he encontrado recientemente y en la que se viene a concluir con parecidas tesis a las que yo sostengo: http://periodistalocal.wordpress.com.

No, no soy un exaltado. Al contrario. Soy una voz reclamando moderación y 'seny', pero reclamándolo con un tono enérgico. Estos conciudadanos denuncian con argumentos inapelables y con una valentía admirable, con un discurso mil veces mejor construido que el mío, pero, en mi humilde opinión, con el equivocado tono de un foro de debate. Como si se pudiera, con lo que ha caído ya, entrar a dialogar y parlamentar con el nacionalismo catalán. Está todo dicho, y hasta la saciedad.

El nacionalismo catalán no busca confrontar ideas y así llegar entre todos, por la vía racional, a una situación de consenso. El nacionalsocialismo catalán busca, sencillamente, el exterminio de la diferencia. Por eso ningunea y elimina, como si no existiera, cualquier voz discordante. El ejemplo más ilustrativo lo encontramos en TV3, donde el español, lengua de al menos la mitad de la población, está prohibida expresamente en su reglamento. El otro ejemplo sangrante es la inmersión lingüística, que busca eliminar de raíz no sólo el uso de la lengua española, sino desprestigiar a los padres y abuelos de los niños porque no saben (o no quieren) hablar en catalán.
Los nacionalistas no respetan el pensamiento, porque éste es permeable a las ideas nuevas, así que idolatran el sentimiento, un aspecto subjetivo, identitario, excluyente y manipulable. Los nacionalistas saben que su volo de emociones, resentimientos, racismo y dogmas comunales no circula por el intelecto sino por las vísceras, de manera que niegan el debate hasta creerlo pernicioso. Y están, hace ya años, en la fase de la acción y los hechos consumados, como la turba de los linchamientos.

Recuerdo aquí el debate (el único debate) celebrado por los del referéndum del Tío Tom (tomo prestada la afortunada expresión que usa PeriodistaLocal) en Sabadell para barnizar la consulta de una apariencia de convocatoria democrática. El único que osó prestarse a defender el 'no' fue un periodista, Antonio Santamaría, quien con tranquilidad y palmarios argumentos fue desmontando una a una las consignas del independentismo, que se vio fuera de juego por encontrar un oponente republicano, federalista y en absoluto españolista. Al poco, el moderador tuvo que empezar a contener al auditorio, que empezó a rugir incómodo y a lanzar las típicas amenazas y ladridos, hasta el punto de que el periodista tuvo que recordar que estaba allí como invitado y que con la misma se levantaba y se iba.

Aquel debate se pudo terminar. Pero imagino que los pocos asistentes con dos dedos de frente saldrían con la sensación de que las palabras también se han acabado. Seguir añadiendo análisis con mesura como un tirador de esgrima de salón supone seguir recibiendo trancazos, zancadillas, codazos y hasta salivazos. Yo estoy aquí para, desde mi retirada butaca, sacudir el más fuerte y malintencionado golpe a cuantos tramposos alcance. Ni radical ni facha: es que ya no nos quedan mejillas, señores, pero sí toda la fuerza de la razón. No la propongamos, impongámosla.

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